sábado, 24 de octubre de 2015

24 de outubro. DÍA DAS BIBLIOTECAS ESCOLARES






MATILDA. ROALD DAHL


“-Papá -dijo-, ¿no podrías comprarme algún libro?
-¿Un libro? -preguntó él-. ¿Para qué quieres un maldito libro?
-Para leer, papá.
-¿Qué demonios tiene de malo la televisión? ¡Hemos comprado un precioso televisor de doce pulgadas y ahora vienes pidiendo un libro! Te estás echando a perder, hija...
Entre semana, Matilda se quedaba en casa sola casi todas las tardes. Su hermano, cinco años mayor que ella, iba a la escuela. Su padre iba a trabajar y su madre se marchaba a jugar al bingo a un pueblo situado a ocho millas de allí.
La señora Wormwood era una viciosa del bingo y jugaba cinco tardes a la semana. La tarde del día en que su padre se negó a comprarle un libro, Matilda salió sola y se dirigió a la biblioteca pública del pueblo. Al llegar, se presentó a la bibliotecaria, la señora Phelps. Le preguntó si podía sentarse un rato y leer un libro. La señora Phelps, algo sorprendida por la llegada de una niña tan pequeña sin que la acompañara ninguna persona mayor, le dio la bienvenida.
-¿Dónde están los libros infantiles, por favor? -preguntó Matilda.
-Están allí, en las baldas más bajas -dijo la señora Phelps-. ¿Quieres que te ayude a buscar uno bonito con muchos dibujos?
-No, gracias -dijo Matilda-. Creo que podré arreglármelas sola.
A partir de entonces, todas las tardes, en cuanto su madre se iba al bingo, Matilda se dirigía a la biblioteca. El trayecto le llevaba sólo diez minutos y le quedaban dos hermosas horas, sentada tranquilamente en un rincón acogedor, devorando libro tras libro. Cuando hubo leído todos los libros infantiles que había allí, comenzó a buscar alguna otra cosa.
La señora Phelps, que la había observado fascinada durante las dos últimas semanas, se levantó de su mesa y se acercó a ella.
-¿Puedo ayudarte, Matilda? -preguntó.
-No sé qué leer ahora -dijo Matilda-. Ya he leído todos los libros para niños.
-Querrás decir que has contemplado los dibujos, ¿no?
-Sí, pero también los he leído.
La señora Phelps bajó la vista hacia Matilda desde su altura y Matilda le devolvió la mirada.
-Algunos me han parecido muy malos -dijo Matilda-, pero otros eran bonitos. El que más me ha gustado ha sido El jardín secreto. Es un libro lleno de misterio. El misterio de la habitación tras la puerta cerrada y el misterio del jardín tras el alto muro.
La señora Phelps estaba estupefacta.
-¿Cuántos años tienes exactamente, Matilda? -le preguntó.
-Cuatro años y tres meses.
La señora Phelps se sintió más estupefacta que nunca, pero tuvo la habilidad de no demostrarlo.
-¿Qué clase de libro te gustaría leer ahora? -preguntó.
-Me gustaría uno bueno de verdad, de los que leen las personas mayores. Uno famoso. No sé ningún título.
La señora Phelps ojeó las baldas, tomándose su tiempo. No sabía muy bien qué escoger.
¿Cómo iba a escoger un libro famoso para adultos para una niña de cuatro años? Su primera idea fue darle alguna novela de amor de las que suelen leer las chicas de quince años, pero, por alguna razón, pasó de largo por aquella estantería.
-Prueba con éste -dijo finalmente-. Es muy famoso y muy bueno. Si te resulta muy largo, dímelo y buscaré algo más corto y un poco menos complicado.
-Grandes esperanzas -leyó Matilda-. Por Charles Dickens. Me gustaría probar.
-Debo de estar loca -se dijo a sí misma la señora Phelps, pero a Matilda le comentó-: Claro que puedes probar."                               



Feliz fin de semana!!!!!!!!!!!!!!!                                                                                                                                                    














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